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LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 21 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL. EL EJEMPLAR DEL CERRO DE LAS AGUJETAS, PINOS PUENTE (GRANADA) JUAN A. PACHÓN ROMERO (*/**), JAVIER L. CARRASCO RUS (*/**) & JESÚS GÁMIZ JMÉNEZ (**) 1. RESUMEN Damos a conocer una interesante espuela ibérica en bronce, la primera de su clase de la que hay constancia en la provincia de Granada, al menos con su conservación. Procedente del yacimiento de Las Agujetas, su hallazgo —asociado a un importante corpus material— permite comprender mejor la secuencia arqueológica del sitio, en relación con el Cerro de los Infantes. Las funciones militar y, sobre todo la funeraria, se afianzan como las probables actividades del lugar, a lo largo del primer milenio a.C. Palabras clave: espuela, fíbula de tipo Alcores, fortificación, asentamiento secundario, kylix ática. ABSTRACT An interesting Iberian spur made in bronze has been found in the province of Granada in the site of Las Agujetas. Unknown previously in this area the spur, together with other archaeological materials, allows us to a better understanding of the archeologycal secuences of the site and their relationships with other neighbour settlements like Cerro de los Infantes. Military and specially funerary functions can be considered the main activities carried out in this area during the first millennium b.C. Key Words: spur, phibula of Alcores type, fortification, secondary settlement, atica kylix. 1 Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino (*). Grupo de Investigación HUM 143 de la Universidad de Granada (**). japr@arrakis.es, jcrus@ugr.es y gamizjimenez@gmail.com. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 22 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ I. INTRODUCCIÓN Presentamos con este trabajo el hallazgo aislado y superficial de un dispositivo tecnológico y funcional, propio de la cultura material antigua prerromana 2, perteneciente a la panoplia de los guerreros ibéricos 3, destacado en los jinetes peninsulares como evidencian los textos escritos 4 y van demostrando los hallazgos arqueológicos sucesivamente. No se trata, por tanto, de un descubrimiento único ni sorprendente, a no ser por el hecho de que se trata del primero que conocemos en la provincia de Granada, al menos directamente. Al mismo tiempo, su estado de conservación es excepcional, pese a que esté dividido en dos fragmentos que debieron romperse en época antigua, lo que no impide que comprendamos no solo la ingeniería de su concepción, sino que esos fragmentos también están demostrando que pudieron servir como soporte de ciertas expresiones estéticas, aparte de su manifiesta y básica fun- 2 CUADRADO DÍAZ, E., «Espuelas ibéricas», XV Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1979, págs. 735-740; QUESADA SANZ, F., «En torno a las espuelas articuladas ibéricas, artesanado y las relaciones entre las regiones murciana y granadina», Anales de Prehistoria y Arqueología, 17-18, 2001-2002, págs. 239-246; ÍDEM, «Mirando el mundo desde lo alto: espuelas y otros elementos asociados al caballo en el poblado de La Serreta de Alcoi», Recerques del Museu d’Alcoi, 11-12, 20022003, págs. 85-100; IBÍDEM, «El gobierno del caballo montado en la antigüedad clásica con especial referencia al caso de Iberia. Bocados, espuelas y la cuestión de la silla de montar, estribos y herraduras», Gladius, XXV, 2005, págs. 97-150. 3 QUESADA SANZ, F., El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas en la Cultura Ibérica (siglos VI-I a.C.), Monique Mergoil, Montagnac, 1997. 4 Sobre la importancia de los caballos y los jinetes en época prerromana puede verse una reciente monografía (QUESADA SANZ, F. y ZAMORA M ERCHÁN, N., El caballo en la antigua Iberia. Estudios sobre los équidos en la Edad del Hierro, Bibliotheca Archaeologica Hispana, 19, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003). Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 23 ción utilitaria en el castigo consciente de los caballos, para lo que siempre se han empleado las espuelas en la monta ecuestre. Por otra parte, la localización del hallazgo está muy claramente identificada en el granadino Cerro de las Agujetas (Fig. 1). Lugar que permite, con el concurso de la espuela, junto a otras evidencias conocidas, proponer una interpretación del yacimiento como un espacio necropolar, diferente —aunque no contradictorio— con otras lecturas que se han ido proponiendo para la explicación del lugar. El sitio no debió ser un núcleo independiente, sino que hubo de relacionarse directamente con el centro más cercano e importante de la antigua Ilurco, el actual Cerro de los Infantes (Fig. 2). Su ubicación se establece en la margen izquierda del río Velillos (o Frailes), elevado sobre una pequeña cota de carácter margoso, un poco por encima de los seiscientos metros (627,5) y constituyendo una eminencia topográfica alargada que se dispone perpendicularmente y, en cierto modo, paralelo al curso de aquel río y del camino que lleva a las pequeñas poblaciones actuales de Olivares y Moclín. El interés de Las Agujetas en la antigüedad derivaba de su personal configuración topográfica, que debió haberse utilizado en tareas complementarias para la defensa en algunos momentos históricos, como explicarían los restos de una posible fortificación en su cima. De la misma manera, su posición aislada le daba un gran dominio directo respecto del camino sobre el que se sitúa, mucho más próximo que el aledaño Cerro de los Infantes que, con su mayor altura y escarpamiento de su vertiente oriental, quedaría en inferioridad para un acceso rápido y directo a esta ruta natural, de la que además estaba separada por el curso del río Frailes. No obstante, hay que reconocer una complementariedad entre ambos sitios, no solo desde un punto de vista económico y estratégico, sino en cuanto a la división de funciones urbanas, respecto de las que posiblemente Las Agujetas sirviera también como área de necrópolis. Desde la óptica de la dinámica viaria antigua, ambas elevaciones permitirían un estricto control para el acceso desde esta parte hacia la Vega de Granada, algo indispensable dado el interés económico que la depresión representaba para todas las poblaciones asentadas en su entorno, desde el momento en que se completara su relleno geológico, o fuese suficiente para iniciar su uso como espacio agrícola de importancia 5. 5 En otras publicaciones hemos defendido el progresivo relleno del fondo pantanoso de la Vega de Granada en tiempos pre y protohistóricos [PACHÓN ROMERO, J. A., PASTOR MUÑOZ, M. y CARRASCO RUS, J., «Los problemas de transición en las sociedades protohistóricas del sureste. El Cerro de la Mora (M. de Zafayona, Granada)», Actas II Congreso Peninsular de Arqueología, vol. III, Zamora, 1996, Madrid, 1999, págs. 129-140]. La colmatación de la misma alcanzaría tiempos iberos o preiberos, para cuyas poblaciones la Vega constituía un referente simbólico y económico de primer Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 24 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ II. INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL YACIMIENTO Pese a que no se ha realizado hasta el presente ningún trabajo arqueológico directo en Las Agujetas, los datos que podemos proporcionar son de cierto interés, aunque solamente aproximativos. Al estar obligados a valorar exclusivamente evidencias materiales de origen superficial, su carácter solo le aportan un reducido interés probatorio, por lo que no podemos permitirnos asegurar con total certeza cualquier afirmación al respecto. Desde luego, tampoco es la primera vez que se aportan elementos de juicio sobre el sitio, que fue dado a conocer en los años sesenta del pasado siglo por el profesor M. Pellicer 6, a partir de informaciones de campo recogidas desde finales de los cincuenta. Hoy, la continua información arrojada por el mismo yacimiento, en sucesivos hallazgos, permite intuir relaciones cada vez más completas sobre el contenido patrimonial del lugar y ajustar mejor la conceptualización histórico-cultural que le corresponde. Aunque también ha habido otras interpretaciones indirectas sobre el Cerro de las Agujetas, posiblemente los acercamientos más extensos se deban a nosotros mismos, que habrían de unirse a las referencias previas y a las posteriores que siguieron a nuestro primer análisis 7. De todos modos, en la mayor parte de los casos, siempre han sido estudios parciales, ya sean por referirse a un aspecto concreto de su propio espectro cultural, o porque se incluyeron en interpretaciones mucho más amplias de un territorio mayor en el que únicamente alcanzan una importancia secundaria. En cuanto a nuestras propias investigaciones, cuando pudimos dar a conocer el interés orden, dando sentido a la necrópolis tumular de Ilurco con sus monumentos dispuestos estratégicamente ante la depresión [PACHÓN ROMERO , J. A. y PASTOR MUÑOZ, M., «Túmulos protohistóricos en la provincia de Granada», Rev. Arqueología, 154, febrero, Madrid, 1984, págs. 24-29; PACHÓN ROMERO, J. A. y CARRASCO RUS, J., «Usos funerarios protohistóricos: los túmulos de Pinos Puente (Granada)», Homenaje a María Angustias Moreno Olmedo, Universidad de Granada, Granada (2004), págs. 779-813; P ACHÓN R OMERO , J. A. y C ARRASCO R US , J.: «Sobre la necrópolis tumular protohistórica de Pinos Puente (Granada). Una Revisión», Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 17, Granada, 2005, págs. 15-68]. Últimamente también hemos tratado estos problemas (PACHÓN ROMERO, J.A., «Más allá de Iliberri: ibéricos en las depresiones occidentales granadinas», I Congreso de Arqueología Bastetana, Baza, 2008, Granada, 2009). 6 PELLICER CATALÁN, M., «Actividades de zona de la provincia de Granada durante los años 19571962», Noticiario Arqueológico Hispánico, 6, Madrid, 1964, págs. 304-350; en especial, 312. 7 Debe hacerse mención a la referencia de P. Moret en torno a una posible fortificación en su cima, que ya había destacado Pellicer (MORET, P.: Les fortifications ibériques de la fin de l’Âge du Bronze à la conquête romaine, Collection de la Casa de Velázquez, 56, Madrid, 1996, pág. 522). Del mismo modo, uno de nosotros ha vuelto a referirse a algunos aspectos del yacimiento (PACHÓN ROMERO, J. A., «Más allá de Iliberri…», art. Cit., supra), mientras ultima otra obra conjunta sobre la Segunda Guerra Púnica en la zona, que también aludirá a Las Agujetas (PACHÓN ROMERO, J. A. y ANÍBAL GONZÁLEZ, C., Monedas de campamentos cartagineses en la Vega de Granada, en preparación.) Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 25 protohistórico de esta estación arqueológica 8, solo mostramos restos materiales correspondientes a los momentos postreros del Bronce Final, así como a los de época orientalizante y de inicios del periodo ibero (Figs. 3-4), obviando una parte importante del espectro cultural que hoy podemos vislumbrar y del que apenas fuimos capaces de avanzar mucho más en otra aportación general y posterior sobre el horizonte ibérico granadino 9. Tampoco es viable que tratemos en este momento de completar la visión que del yacimiento puede alcanzarse actualmente, pero sí intentaremos aportar algunas referencias que suponen hipótesis novedosas sobre la utilidad del mismo. Para ello será fundamental la adecuada comprensión del hallazgo que presentamos, no sin recordar ciertas referencias que permiten —al menos— dar una idea más apropiada de lo que significó el yacimiento, para poder apoyar también las argumentaciones que pretendemos acabar destacando. Por ello, resulta necesario que recordemos los vestigios de momentos anteriores, a los que añadiremos algunos otros de más clara significación ibérica, para permitirnos contextualizar convenientemente la espuela metálica que vamos a estudiar. Respecto de los vestigios estructurales, no se aprecian fácilmente en Las Agujetas elementos constructivos de entidad que permitan deducir una funcionalidad concreta del lugar en la antigüedad. Solamente, en época de fuertes lluvias estacionales, se aprecian ciertos alineamientos de edificaciones con estrechos muros de piedra que parecen dibujar estructuras cuadradas o rectangulares de poca consistencia y que aparecen en los espacios paralelos que dejan libres las filas de olivos que siembran las laderas de toda la colina, principalmente en su parte occidental, frente a Los Infantes. Tampoco se vislumbran ya, a simple vista, los restos de fortificación señalados por otros autores, por lo que poco podemos indicar sobre su carácter; aunque los últimos que los vieron también indicaron que seguían las líneas de las curvas de pendiente, casi en la cima y en la misma vertiente que hemos señalado 10. Al margen de esta posible edificación fortificada, las otras construcciones que todavía 8 PACHÓN ROMERO, J. A., CARRASCO RUS, J. y PASTOR MUÑOZ, M., «Protohistoria de la Cuenca Alta del Genil», Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 4, 1979, págs. 324-329. 9 ADROHER AROUX, A., LÓPEZ MARCOS, A. y PACHÓN ROMERO, J. A., Granada arqueológica: La Cultura Ibérica, Los Libros de la Estrella,11, Diputación Provincial, Granada, 2002, págs. 147-148. 10 En época de lluvia aún se observa, en la ladera sur, un pronunciado escalonamiento de la vertiente, en el tercio superior de la colina, que podría corresponder con el lugar por donde corría el cierre de la muralla en esta parte. La falta de los componentes pétreos del paramento exterior impide una mayor precisión sobre el carácter del revestimiento, pero la presencia de pequeñas piedras irregulares en una amalgama de barro endurecido recuerda el interior murario de un posible recinto, muy diferente de las tierras sueltas habituales ladera abajo. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 26 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ son visibles podrían estar señalando elementos de habitación, aunque tampoco podríamos desdeñar una significación funeraria, siempre que tengamos en cuenta la auténtica etiología que se deduce de ciertos hallazgos 11. Los vestigios arqueológicos más antiguos de Las Agujetas reflejan con claridad el interés por el lugar en tiempos remotos. Existen, así, hallazgos prehistóricos, aunque no parecen ser anteriores al final del Bronce o, lo más tardar, al período protohistórico y orientalizante, en contacto ya con la colonización fenicia. Las cerámicas a mano que ya se habían publicado pertenecen en su conjunto a los repertorios comunes de los asentamientos locales desde el Bronce Final, pero con una clara pervivencia en el momento de transición protoibérico, que hacen más abundantes los vestigios de este momento, confeccionados ya a torno. Losparalelos más cercanos de estos contenidos materiales arqueológicos se encontrarían en el vecino asentamiento de Cerro de Los Infantes, así como en el más lejano de La Mora. El repertorio de cerámica a mano es bastante interesante, al ofrecer vasos de perfil cilíndrico (Fig. 3: 1), acompañados también de abundantes fondos planos con el típico reborde redondeado o en talón (Fig. 3:2), junto con fuentes de borde vuelto (Fig. 3:3). Estas últimas vienen a demostrar la pervivencia de los grandes recipientes abiertos con base rehundida a mano que serían, posteriormente, imitados por las primeras producciones grises a torno que abundan en los ámbitos indígenas del interior peninsular; aunque son productos conocidos que también se habrían realizado en el entorno productivo de los colonizadores fenicios, propio del ámbito costero malagueño 12. Es muy probable que estos artículos se realizaran para su venta entre los indígenas y, posteriormente, ser imitados en los ámbitos productivos locales del interior 13. Tan interesante conjunto cerámico también aporta otros representantes que se fabricaron en vajillas torneadas con arcillas claras, siguiendo un variado muestrario tipológico. Destacan, entre un sinfín de fragmentos, parte de la boca 11 En la vertiente norte del yacimiento, en el perfil del cauce del arroyo temporal que corre por la vaguada que delimita Las Agujetas con la siguiente elevación topográfica, se recuperó en cierta ocasión una falcata completa y doblada, lo que alude claramente a la presencia de necrópolis en el sitio, o en sus inmediatos alrededores. 12 Es lo que podría deducirse del contenido de las producciones de centros alfareros descubiertos recientemente en las cercanías de Torre del Mar, junto a la desembocadura del río Vélez [MARTÍN CÓRDOBA, E.; RAMÍREZ S ÁNCHEZ, J. de D. y RECIO RUIZ, A.: «Producción alfarera fenicio-púnica en la costa de Vélez-Málaga (siglos VIII-V a.C.)», Tiempos de púrpura. Málaga antigua y antigüedades hispanas, I, Mainake, XXVIII, Málaga, 2006, págs. 257-287]. 13 La peculiaridad de la fuente gris a que nos referimos estriba en que se trata de un producto de raigambre mixta, a mitad de camino entre la artesanía local y las primeras realizaciones torneadas, con el añadido de fuertes líneas de alisado o espatulado exterior que podrían relacionarse con las técnicas del bruñido tan características de estos momentos en buena parte del territorio andaluz. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 27 de un ánfora de tipo fenicio con borde almendrado (Fig. 3: 4), cuyo hombro marcado no se ha conservado; así como los restos del remate superior de una vasija con decoración policroma, posiblemente correspondiente a un pithos (Fig. 3: 5). Otros vestigios de la alfarería de este momento se corresponden con un lote de cerámicas grises a torno, entre las que destaca un interesante soporte anular (Fig. 4: 6), junto a los bordes de varias fuentes (Fig. 4: 7-9) que no han conservado sus típicos fondos rehundidos o planos, y en los que no es infrecuente encontrar grafitos o marcas de alfar estampilladas o incisas 14. La interpretación más lógica, para explicar razonablemente la presencia de estas cerámicas, debe buscar una relación directa con los restos de hábitat correspondiente con este mismo momento y que se conocen y excavaron en el Cerro de Los Infantes, concretamente en la parte opuesta del río Frailes (margen derecha), junto a la confluencia de este mismo río con la carretera Granada-Badajoz (N-432) 15, donde eran evidentes los restos de estructuras, propias de un asentamiento o de concretos espacios artesanos dedicados a la fabricación masiva de cerámica industrial de gusto fenicio, como ya se ha estudiado en otro sitio 16. La presencia de materiales arqueológicos similares a uno y otro lado del río, en Agujetas e Infantes, no tiene por qué ser contraproducente, pues se explicaría en un doble sentido; por un lado, como extensión del propio asentamiento, en el núcleo principal; por otro, como una de las necrópolis del poblado arcaico, precursor de Ilurco. El Cerro de las Agujetas con su personalísima configuración topográfica, junto a una posición geográfica enfrentada al poblado que se asienta en Los Infantes, del que lo separa un curso permanente de agua, materializa una disposición geográfica que refrendaría el uso necropolar de aquel sitio desde época antigua; al menos desde época orientalizante, señalando una de las facies más 14 Falta todavía un estudio pormenorizado de este tipo de marcas, aunque ya existen algunos acercamientos arqueológicos de notable interés sobre los grafitos (MEDEROS MARTÍN, A. RUIZ CABRERO , L.A., «Los inicios de la escritura en la Península Ibérica. Grafitos en cerámicas del Bronce Final III y fenicias», Complutum, 12, 2001, págs. 97-112; ÍDEM, «Los inicios de la presencia fenicia en Málaga, Sevilla y Huelva», Tiempos de púrpura. Málaga antigua y antigüedades hispanas, I, Mainake, XXVIII, 2006, págs. 129-176, especialmente: 152-162). 15 MENDOZA EGUARAS , A., MOLINA GONZÁLEZ , F., ARTEAGA MATUTE, O. y AGUAYO DE HOYOS, P., «Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Provinz Granada). Ein Beitrag zur Bronze und Eisenzeit in Oberandalusien», Madrider Mitteilungen, 22, Madrid, 1981, págs. 171-210. MOLINA GONZÁLEZ , F., MENDOZA EGUARAS, A., SÁEZ PÉREZ, L, ARTEAGA MATUTE, O., AGUAYO DE HOYOS, P. y ROCA ROUMENS, M. (1983): «Nuevas aportaciones para el estudio de la cultura ibérica en la Alta Andalucía. La campaña de 1980 en el Cerro de los Infantes». XVI Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, págs. 689-707. 16 CONTRERAS CORTÉS, F., CARRIÓN PÉREZ, F. y JABALOY SÁNCHEZ, M.ªE., «Un horno de alfarero protohistórico en el Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Granada)». XVI Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1983, págs. 533-537. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 28 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ antiguas de su posible trayectoria vital. En este sentido, ha sido interesante comprobar científicamente, mediante variadas recuperaciones en el sitio, la presencia de diversos elementos metálicos que aludirían a esas mismas etapas, como ocurre con una fíbula tartésica de bronce de tipo Alcores (Fig. 5), bien conservada, a la que solo le falta la aguja. Fue recuperada en las inmediaciones del yacimiento, en la vaguada que —por el este— lo separa de otra eminencia cercana (Cerro Granados). Poco habituales en territorio granadino, estas fíbulas se conocen en Andalucía Oriental y suponen un relevante número de hallazgos en muchos ambientes tartésicos de la Baja Andalucía 17, prácticamente todos de procedencia superficial, aunque hay casos de claros contextos funerarios 18. Esta evidencia arqueológica proyecta una interpretación similar para la fíbula granadina, al apoyar la frecuentación del sitio en los siglos VII-VI a.C. y explicitando su posible uso mortuorio. Aunque es evidente que el espacio funerario de Agujetas debió tener un espectro cronológico más amplio, posiblemente continuado a lo largo del tiempo y que proseguirá, al menos, hasta una facies ibérica plena y tardía, enlazando ya con los avatares históricos de época romano-republicana. De ese dilatado periodo serían buena muestra los restos de cerámicas áticas, tanto en lo que respecta a las producciones de figuras rojas 19 como a las de barniz negro, de las quepodemos ofrecer alguna pequeña muestra gráfica (Fig. 6), pero bastante significativa de un copa para beber ática. Fragmentos de vasijas como las de esta kylix, o de otras formas coetáneas, aparecen también en contextos específicos habitacionales, pero la acumulación de hallazgos y, en ocasiones, sus apariciones aisladas son también suficiente indicio de actividad funeraria ibérica. Se trata de evidencias que, en Las Agujetas, ilustrarían su probable continuidad funcional como espacio necropolar, en torno al primer cuarto del siglo IV a.C. 17 STORCH DE GRACIA, J.J., La fíbula en la Hispania antigua: las fíbulas protohistóricas del Suroeste peninsular. Colección tesis doctorales, 39/89. Ed. Complutense, Madrid, 1999, págs. 192-216. 18 Así, en la tumba 15 de La Joya (Huelva) y, quizás, en las necrópolis giennenses de Cerrillo Blanco de Porcuna y de Los Chorrillos en Mengíbar (TORRES ORTIZ, M., Sociedad y mundo funerario en Tartessos, Bibliotheca Archaeologica Hispana, 3. Real Academia de la Historia, Madríd. 1999, págs. 62-63 y 98-99). 19 La importancia del uso doméstico y funerario de estas cerámicas debe seguirse en ROUILLARD, P., Les grecs et la Péninsule Ibérique. Du VIIIe au IVe siècle avant Jésus-Christ, Publications du Centre Pierre Paris (UA 991), 21, Paris, 1991, pág. 180. Otros aspectos sobre esta vajilla en SABATTINI, B. (Ed.), La céramique attique du IVe siécle en Méditerranée occidentale. Actes du Colloque International, Arlés, 7-9 décembre 1995 (2000). La producción ática, desde sus momentos iniciales en Iberia a los siglos VIV a.C., debe verse en DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. J. y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, C., Greek Pottery from the Iberian Peninsula. Archaic and Classical Periods, Ed. Brill, Leiden-Boston-Köln, 2001. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 29 Las producciones alfareras áticas y campanienses de barniz negro también fueron bastante corrientes entre los repertorios habituales de las vajillas indígenas, pero nunca estuvieron constituidas en exclusiva por los artículos importados, sino que —además— sirvieron de modelo para muchas de las formas cerámicas que eran producidas localmente por los artesanos indígenas. Este es un aspecto que resulta fácilmente deducible, siempre que tomemos en consideración los perfiles que muestran algunas fuentes o cuencos recogidos en el mismo sitio (Fig. 7: 1-2), pese a que en estos casos se hicieran con arcillas claras y se decoraran interiormente con pequeñas líneas rojas horizontales. Fue una solución decorativa de larga tradición, remontable hasta las primeras referencias de la colonización fenicia, pero que en época ibérica habían cambiado el referente de los modelos formales, simplificando la policromía por registros más simples, bicromos o monocromos. No debe descartarse, sin embargo, que muchos de estos recipientes vinieran usándose con ligeras diferencias de forma desde tiempo antes, como atestigua el imponente repertorio formal de este tipo de vasos entre las recuperaciones producidas en el pequeño yacimiento albaceteño de El Castellón 20, que cierra su ciclo vital en el siglo V a.C. No obstante, el aspecto de la pasta del recipiente de Agujetas, muy fino, con pequeños granos de desgrasante, parece apuntar mejor a un siglo IV, si no es del III a.C., cuando empiezan a generalizarse las cerámicas campanienses que también muestran un repertorio formal con perfiles de cuencos, fuentes y platos muy próximos a los que estamos comentando 21. Pero la existencia de vestigios posteriores a estos momentos materializaría uno de los más relevantes problemas que presenta la investigación de Las Agujetas, precisamente el de la continuidad de su uso, y si este fue fundamentalmente funerario o de otro tipo. En este sentido, diferentes hallazgos permiten plantear la posibilidad de que, por un cierto tiempo, se hubiese ubicado en el sitio un campamento militar durante los acontecimientos de la Segunda Guerra Púnica, lo que chocaría en principio con la continuidad en el lugar de un área de enterramiento. Sin necesidad de ser exhaustivos, de aquellos otros 20 SORIA, L., El horizonte ibérico de El Castellón (Hellín y Albatana, Albacete), Instituto de Estudios Albacetenses, Albacete, 1997, págs. 101 sigs., figs. 26 sigs. 21 Para el análisis de las tipologías cerámicas que abundan en periodos ibéricos en los alrededores del siglo III a.C. es indispensable el cotejo de los materiales recuperados en el Cerro de la Cruz (VAQUERIZO G IL, D., Q UESADA S ANZ, F. y M URILLO REDONDO, J.F., Protohistoria y romanización en la Subbética Cordobesa. Una aproximación al desarrollo de la cultura ibérica en el sur de la actual provincia de Córdoba, Arqueología. Monografías, 11, Junta de Andalucía, Universidad de Córdoba, Sevilla, 2001, págs. 139 sigs). Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 30 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ restos destacaría la presencia de glandes de plomos 22, de los que hemos podido reproducir un pequeño ejemplar, de entre los muchos allí recuperados 23 (Fig. 7:3). Usados frecuentemente como arma ofensiva (proyectil de honda) por los combatientes de época republicana, su existencia quizás aluda a la presencia de soldados y a la posibilidad de una escaramuza en los alrededores, si no hubo incluso algún campamento militar durante la contienda romanocartaginesa. En este sentido también deben considerarse otros elementos, como el hallazgo de una importante variedad de monedas que no estudiaremos aquí, pero que permiten plantear interesantes paralelos con otros lugares peninsulares que ya se están interpretando como asentamientos temporales de tropas, ya fuesen romanas o púnicas 24. Aunque creemos que estos desenvolvimientos históricos, en los que podría haberse visto envuelta Las Agujetas, representan ya un período ajeno al contexto arqueológico de la espuela que aquí tratamos. III. CATÁLOGO DE LA ESPUELA DE LAS AGUJETAS Para hacer más útil este trabajo, seguiremos en este apartado descriptivo la misma pauta de catalogación que, para estos objetos, ha hecho en sus últimas aportaciones F. Quesada. Trataremos, igualmente, de incluir la espuela en alguno de los distintos grupos tipológicos que este autor viene desarrollando, aunque a partir de la clasificación básica que ya hiciera E. Cuadrado en las dos formas elementales de espuela articulada (1) y rígida (2) 25. Tipo: 2B (Fig. 8). Espuela de placa rectangular con resalte o moldura en la parte superior e inferior. Material: bronce fundido en su totalidad, tanto en lo que respecta a la placa como al acicate. Dimensiones: apertura total 26, 7.7 cm; anchura máxima, 2.5; anchura mínima, 2.2 cm.; longitud del acicate, 6.3 cm. 22 Una pequeña puesta al día de estos glandes, a partir de los casos republicanos hallados en Osuna, puede seguirse en QUESADA SANZ, F., «Armamento romano e ibérico en Urso (Osuna): testimonio de una época», Cuadernos de Amigos de los Museos de Osuna, 10, 2008, pág. 16. 23 Las dimensiones son: longitud máxima: 3,15 cm.; máximo: 1,6 cm. y el peso es de 34,25 gramos. 24 NOGUERA G UILLÉN, J., «Los inicios de la conquista romana de Iberia: los campamentos de campaña del curso inferior del río Ebro», Archivo Español de Arqueología, 81, 2008, págs. 31-48. 25 Este análisis fundamental (CUADRADO DÍAZ, E., Op. cit., nota 2) ha venido siendo ampliado principalmente por QUESADA SANZ, F., Op. cit., nota 2 (2002-2003), pág. 89, figs. 3-4. Véase también a QUESADA SANZ, F., Op. cit., nota 2 (2005), págs. 128-134. La numeración arábiga 1 / 2 que seguimos se debe a este último autor, porque Cuadrado las denominó al revés, aunque con números romanos, a la rígida tipo I y a la articulada tipo II (CUADRADO DÍAZ, E., Op. cit., supra, págs. 736-737). 26 La dimensión que se considera es la distancia de separación máxima entre los dos extremos de la placa. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 31 Calidad y decoración: muestra una excelente factura, aunque como viene siendo habitual presenta una cierta asimetría, ya que el acicate no se sitúa en el centro de la placa y, además, ese verdugo está ligeramente desviado hacia la derecha, rompiendo la teórica perpendicularidad original. La placa presenta, en los bordes superior e inferior de su cara frontal, sendas molduras redondeadas que, al margen de su carácter ornamental, sirvieron como salvaguarda de la piel del jinete, evitando cortes y rozaduras que hubiesen sido inevitables con un perímetro anguloso. El acicate es piramidal, pero con las aristas achaflanadas, por lo que da una sección octogonal, más acusada hacia la base, conforme se distancia del vértice, buscando en ese punto un recorte más vertical que realza esa tendencia poligonal. Además, la base está moldurada con un doble estrangulamiento separado a unos 0,6 cm. de distancia y a 0,5 cm. del apoyo en la placa. Entre ésta y el acicate se interpone un elemento resaltado, de forma losángica y paralelo a dicha placa en sentido longitudinal, sobre el que se ha grabado una sencilla decoración compuesta por una serie incisa de escamas paralelas que recorren todo el contorno de ese adorno romboidal, amén de seis pequeños círculos, dispuestos en el eje principal del rombo y divididos por el acicate en dos grupos de tres, a izquierda y derecha del mismo. No hay muestras de que el vástago que sirve de acicate sea un elemento independiente de la placa, por lo que toda la espuela pudiera tratarse de una pieza fundida de una sola vez, constituyendo una rareza en un corpus donde lo habitual son las espuelas con dos componentes independientes, pero unidos finalmente en el producto acabado. Aunque la espuela de Agujetas solo conste de una pieza metálica, elaborada probablemente por fundición, los detalles decorativos tendrían que rematarse con posterioridad a la fase puramente metalúrgica, mediante limado y burilado. Pero tampoco debe descartarse definitivamente que se hubiese conformado mediante la conjunción de dos piezas metálicas: así, la existencia en la parte central y trasera de la placa de una zona rehundida, donde no se aprecia una superficie tan alisada como en el resto, podría indicar que el vástago también pudo pegarse en caliente a la placa, presionando suficientemente en ese punto y dejando una visible irregularidad que quizás podría explicarse de este modo, por la presión de la espuela sobre el yunque. Por último, en los dos extremos de la placa se dispusieron sendas perforaciones de perfil rectangular, aunque el lado externo de estos agujeros, el que se dispone paralelo al borde más estrecho de la placa, alcanza un trazo redondeado, posiblemente para facilitar el paso y sujeción de la correa con que la espuela quedaba fijada firmemente al tobillo del jinete. Observaciones: la espuela está fragmentada en dos trozos que casan entre sí, aunque con las irregularidades derivadas de la torsión de la placa en ese punto, efecto de procesos erosivos posteriores a su ruptura. La rotura afecta Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 32 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ en concreto al lado izquierdo, por encima del ángulo del losange decorativo en esa misma zona. Procedencia: superficial. Cerro de Las Agujetas, Pinos Puente, Granada. Base de la ladera oriental. IV. CRONOLOGÍA, DISTRIBUCIÓN Y CONCLUSIONES Los hallazgos de espuelas prerromanas andaluzas son verdaderamente muy escasos, al menos si se compara el espacio por el que se distribuyen y el número real de ejemplares conocidos. No obstante, pensamos que debemos estar ante un evidente vacío de la investigación arqueológica, más que ante una auténtica falta de ejemplares en el territorio considerado; ya que su reparto geográfico aporta algún caso de concentración locacional sorprendentemente abundante, pero de difícil explicación siempre que no se acepte esa precaria indagación. A pesar de las dificultades, es posible obtener ciertas conclusiones. A partir de los datos que ha venido aportando el mismo F. Quesada 27, en Andalucía tendríamos un total de siete yacimientos donde se han encontrado espuelas, de las que solo una (Baza) sería del tipo articulado. El conjunto alcanzaría un volumen total en torno a trece ejemplares, de los que una docena corresponderían al modelo rígido, aunque en su gran mayoría se habrían fabricado en hierro o con una composición mixta (hierro/bronce); quedando más escasos ejemplares confeccionados exclusivamente en bronce, como ocurre con el ejemplar de Las Agujetas. Si concretáramos más, haciendo un análisis mínimamente territorial, vemos cómo los hallazgos por lugares de aparición (Fig. 9) se concentran mayoritariamente en la provincia de Córdoba, en zonas arqueológicas de Fuente Tójar (Los Torviscales) y Almedinilla (Los Collados 28 y Cerro de la Cruz), seguidos de los tres ejemplares de Granada, con las espuelas de Baza 29 y Pinos Puente; a las que seguiría la presencia algo más reducida de Jaén con las recuperaciones procedentes de Collado de los Jardines y Castellones de Céal. A ellas se añadiría una postrer espuela procedente 27 QUESADA S ANZ, F., Op. cit., nota 2 (2002-2003), fig. 2. 28 De la necrópolis de los Collados se citan un total de cinco espuelas, una de bronce y cuatro más de hierro (MARAVER Y ALFARO, L., «Expedición arqueológica a Almedinilla», Revista de Bellas Artes e Histórico Arqueológica, serie II, t. II, Madrid, 1867, págs. 307-323. El manuscrito de este trabajo puede consultarse en www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/rahis, donde la noticia de las espuelas puede contrastarse en la pág. 14. 29 Se conocen de la necrópolis del Santuario, una espuela articulada y otra rígida, la primera se realizó en bronce/hierro [QUESADA S ANZ, F., Op. cit., nota 2 (2001-2002), págs. 240-241, láms. 1-2]. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 33 de Sevilla, localizada en el Cerro Macareno 30 de San José de la Rinconada. Este último caso, procedería del hábitat del citado yacimiento, en una posición estratigráfica que —de ser acertada— elevaría la presencia de las espuelas andaluzas hasta el siglo VI a.C. Algo que, por ahora, no es un hecho generalizado y que también podría apuntar a un desenvolvimiento ajeno al grueso de los representantes ibéricos. Sin detallar las características de cada hallazgo, los porcentajes de aparición por provincia resultan ahora demasiado significativos 31, con toda probabilidad por la escasez de la muestra, como puede apreciarse suficientemente en nuestra figura 10. Ello supone que, respecto del caso menos llamativo de la espuela de Sevilla, Jaén represente el doble de su porcentaje; pero en tierras de Granada ya tendríamos un ascenso considerable de hasta un tercio más, mientras que Córdoba sola superaría la suma de todos los demás índices reunidos, quedando más de catorce puntos por encima de la media (64,70 %); lo que supone veintinueve más que todos los demás, representando once veces más que la referencia de Cerro Macareno. Resultaría así evidente que no hay una lógica relación entre esas magnitudes, por lo que la situación solo podría explicarse mediante la constatación de una muestra muy deficiente y, también, porque la investigación en el entorno cordobés de Fuente Tójar y Almedinilla ha sido mucho más intensa que en los otros yacimientos andaluces. Para hacer otro tipo de valoraciones, debemos volver a observar el mapa andaluz de distribución espacial de las espuelas (Fig. 9), donde es de apreciar la importante deriva espacial que ofrecen los hallazgos hacia la zona oriental de la región y hacia Levante, materializando el hecho ya comprobado de que los verdugos hípicos fueron un elemento de cultura eminentemente ibérico. Así lo acredita la mayor concentración de hallazgos que se localiza en la zona murciana y levantina, con un máximo de localizaciones en yacimientos de este área 32, pero con un importante muestrario de recuperaciones en todo ese am- 30 PELLICER CATALÁN, M., ESCACENA CARRASCO, J. L. y BENDALA GALÁN, M., El Cerro Macareno, Excavaciones Arqueológicas en España, 124, Madrid, 1983, fig. 56: 472. 31 Las cifras de espuelas de la provincia de Córdoba se han tomado directamente de QUESADA SANZ, F., Op. cit., nota 2 (2001-2002), en cuya figura 2 se explicitan para Torviscales más de cuatro especímenes, mientras Almedinilla y Cerro de la Cruz tendrían un solo ítem para cada yacimiento. En este sentido, las once espuelas cordobesas señaladas en nuestra figura 10 suponen una cantidad conscientemente restrictiva, pues posiblemente se trate de un número mayor. Así, la explícita indicación de Quesada para Los Torviscales (> 4) la hemos tomado por cinco espuelas, mientras hemos mantenido una para Cerro de la Cruz y cinco más de Los Collados, siguiendo a Maraver y Alfaro (véase la nota 28). 32 Según los análisis efectuados hasta ahora, las máximas concentraciones peninsulares estarían en La Serreta de Alcoy, así como en el Cigarralejo, con la diferencia de tratarse –respectivamente– de un Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 34 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ biente donde encontramos referentes formales, manufacturales y cronológicos para los casos que se vienen conociendo en Andalucía. Pese a las lagunas que todavía son evidentes en el área andaluza, ya puede considerarse que el influjo del Sureste y Levante explicaría la polarización en las recuperaciones de espuelas meridionales en la Alta Andalucía. Una tendencia que debería materializarse en posteriores hallazgos, conforme se vayan conociendo los contenidos de las excavaciones que aún no se han publicado, o se revisen los materiales de antiguas excavaciones que en su día no se analizaron exhaustivamente. Por lo que respecta a la situación histórica de estas espuelas, la disociación de muchos de los materiales arqueológicos procedentes de antiguas excavaciones, o incluso el carácter de recuperación superficial de muchas de ellas, impide un acercamiento temporal de consideración; lo que se une, por otro lado, al hecho de que la diversidad de tipos dificulta aún más esta pretensión. No obstante, existen algunos hallazgos necropolares, como los de Cigarralejo, que podrían arrojar alguna luz en esta cuestión, ya que son prácticamente los únicos en los que su recuperación contextualizada permite abordar con garantías una clasificación cronológica. En concreto, serían tres las espuelas de esa necrópolis murciana que podemos paralelizar —de algún modo— con la de Las Agujetas, aunque tampoco encontramos en ellas garantías suficientes de que fueran totalmente elaboradas en bronce. Ninguna ha conservado el acicate, pero aquellas que presentan restos del mismo no lo tuvieron tampoco de bronce, sino de hierro. Esta diferencia con el hallazgo granadino permite separar sus facturas tecnológicas, lo que no sabemos si supone alguna trascendencia en cuanto a su distanciamiento temporal. Las espuelas murcianas a que nos referimos fueron encontradas en las tumbas 200, 206 y 277 33. Todas ellas se corresponden con tipos de espuelas rígidas, cuyas placas se elaboraron en bronce y donde sus extremos presentan orificios rectangulares para el paso de las correas de sujeción, semejantes a la que estudiamos. Pero, de las tres, deberíamos descartar la tercera, porque no presenta reborde preventivo, lo que nos permitiría clasificarla mejor como del tipo 2A y separarla del agrupamiento que aquí nos in- poblado y una necrópolis. Trece ejemplares en cada uno de ellos [QUESADA SANZ, F., Op. cit., nota 2 (2002-2003), págs. 86-87]. Para un mejor conocimiento de esta problemática en la zona levantina, también debe consultarse a PÉREZ MÍNGUEZ, R., «Acicates ibéricos del Museo de Prehistoria de Valencia», Homenaje a E. Pla Ballester, SIP. Trabajos Varios, 89, Valencia, 1999, págs. 215-220. 33 C UADRADO D ÍAZ , E., La necrópolis ibérica de «El Cigarralejo» (Mula, Murcia), Bibliotheca Præhistorica Hispana, XXIII, CSIC, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Madrid, 1987; respectivamente, pág. 357, T.200, n.º 6; pág. 375, T.206, n.º 1 y pág. 483, T.277, n.º 28. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 35 teresa. Las dos restantes (Fig. 11) tampoco tendrían una total equivalencia con la nuestra, dado que se corresponden con modelos que resultan de la conjunción de dos piezas diferentes: la placa, que es lo único conservado y el acicate, unidas mediante el remachado del segundo sobre la parte trasera de la primera. De este modo, la placa aisladamente tampoco resultaría igual que la granadina, ya que esta solo presenta dos orificios, mientras que las murcianas ofrecen tres, siendo el agujero central —más pequeño— el que serviría para el paso y fijación más firme del aguijón. De las dos tumbas que nos quedan, para ajustar una fecha en la espuela de Agujetas con las que cotejamos, quizás sea la sepultura número 200 la más interesante, puesto que en la 206 los excavadores se encontraron con una sepultura arruinada de antiguo por las sucesivas labores funerarias de la propia necrópolis ibérica. Prácticamente, esta tumba no ofreció ningún contexto sobre el que articular una interpretación cronológica, al margen de las referencias indirectas de los otros enterramientos que interesaban la integridad de los restos donde se halló la segunda espuela. Pese a todo, E. Cuadrado arriesga una data en torno al 375-300 a.C.; es decir, durante el último cuarto del siglo IV a.C 34. Por su parte, la tumba 200 resulta mucho más interesante. Es quizás la más señalada del cementerio, tanto por su peculiaridad estructural, como por su riqueza material, al reunir un ajuar realmente principesco que la convierte en la más rica de todo el conjunto necropolar. Los excavadores, apoyándose en el conjunto cerámico de importación de su ajuar, en el que se encontraba un importante grupo de cerámicas áticas de barniz negro, fecharon esta sepultura en el período que transcurre entre el año 425 al 375 a.C.; un jalón temporal incierto entre finales del siglo V y principios del IV a.C. 35, pero cuyas fechas pueden servirnos —al menos— para validar cronológicamente la espuela de Las Agujetas. No obstante, conviene señalar que las dataciones absolutas que se han destacado de El Cigarralejo han sufrido recientemente alguna pequeña corrección, atendiendo a problemas derivados de los análisis de las muestras de C14 de esta misma sepultura 36; dificultades que han obligado a corregir esa data para dejarla establecida en una época algo más reciente. Más específicamente, esa alteración supondría descartar el último cuarto 34 CUADRADO DÍAZ, E., Op. cit., nota 33, pág. 384. 35 ÍDEM, Op. cit., nota 33, pág. 374. 36 IBÍDEM, «Tumbas principescas de El Cigarralejo», Madrider Mitteilungen, 9, 1968, págs. 149-186, en especial, 186; ALMAGRO-GORBEA, M., El Bronce Final y el Período Orientalizante en Extremadura, Bibliotheca Præhistorica Hispana, XIV, CSIC, Madrid, 1977, pág. 534. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 36 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ de la quinta centuria 37, centrando la adjudicación cronológica en un momento posterior, aunque indeterminado, de los primeros cincuenta años del siglo IV a.C. Somos conscientes de que esta valoración temporal podría interesar perfectamente a la espuela granadina de Pinos Puente, pero existen ciertas diferencias en la misma (formal y tecnológicamente) que también cabría interpretar como indicios de que su fabricación correspondiese a otra época, aunque no fuese excesivamente distante de la expuesta. No pensamos, en todo caso, que esas diferencias cronológicas supongan un excesivo distanciamiento de los paralelos que se han venido proponiendo; por lo que nos centraremos para acabar en aquellas otras peculiaridades que individualizan la espuela que aquí estudiamos. Nos referimos, concretamente, a la presencia del elemento geométrico ornamental en la base del acicate y que ocupa la zona central de la placa, así como al hecho de su fabricación exclusivamente en bronce; aspectos que, no por diferentes, merecen un tratamiento único, ya que podrían responder a un mismo sentido. Al tratarse básicamente de un artilugio utilitario, las espuelas no suelen presentar adornos, por lo que el caso de Agujetas es verdaderamente insólito. Ciertamente, la posición del dispositivo en el tobillo del jinete, situado a horcajadas del caballo, paralelo a los ijares de este o, en algún caso, si se encontraba descabalgado, junto al suelo, hacían ciertamente problemático incluir en la espuela algún elemento decorativo que difícilmente iba a ser visible para cualquier observador ajeno. Todo lo más, su realización en bronce podría resultar suficiente para que, convenientemente pulido, acabara destacándose entre toda la implementa del caballero ibérico 38. Quizás esa sea la razón de que la mayor parte de las espuelas conocidas obvien cualquier elemento ornamental, incluso que se realizaran mayoritariamente en hierro y que, a lo sumo, solo se confeccionara con bronce la placa de sustentación del acicate. En Las Agujetas, la espuela —en cambio— se fundió totalmente en bronce y, además, se le añadió un rombo decorativo con motivos incisos de carácter geométrico, que incluyen escamas periféricas y una línea central de pequeños circulitos. Son elementos de ornato de cierta tradición peninsular desde momentos orientalizantes, en los que se conocen círculos semejantes en 37 CASTRO MARTÍNEZ, P.V., LULL SANTIAGO, V. y MICÓ PÉREZ, R., Cronología de la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica y Baleares (c. 2800-900 cal. ANE), British Archaeological Reports, 652, Oxford, 1996, pág. 35. 38 QUESADA SANZ, F., «Aristócratas a caballo y la existencia de una verdadera ‘caballería’ en la cultura ibérica: dos ámbitos conceptuales diferentes», Los Iberos, príncipes de Occidente. Actas del Congreso Internacional, Barcelona, 1998, págs. 169-183. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 37 objetos propios de la eboraria, la industria ósea, la cerámica 39 y, por supuesto, también de la toréutica 40. Su uso conjunto, uniendo ambos motivos decorativos es conocido en la orfebrería prerromana, habiéndose usado para la decoración de la superficie de ciertos brazaletes de metal noble 41. La constatación de este empleo claramente suntuario permite paralelizar para nuestra espuela una consideración que sobrepasa la dimensión exclusivamente utilitaria. A ello parece haberse unido la disposición de un acicate especialmente largo, con una dimensión que supera los seis centímetros y que hace difícil aceptarlo como instrumento de uso corriente para el espoleado del caballo, si quería ser un objeto realmente práctico. La conjunción, pues, de evidencias suntuarias en la decoración de la espuela de Agujetas, la misma fabricación global en bronce y la constatación de un aguijón excesivamente largo, podrían apuntar a que estamos ante la presencia de un verdugo puramente ornamental; es decir, un ítem no utilitario, concebido específicamente para un uso cultual, funerario y votivo. En todo caso, dado su carácter militar, apropiado igualmente para exhibiciones o paradas castrenses, como todavía hoy siguen en uso en los desfiles militares, donde su presencia afecta a aspectos concretos como los uniformes de gala, sables, etc. Esta más que probable practicidad de la espuela de Las Agujetas no interfiere la interpretación del sitio como espacio funerario, ya que su presencia en una posible tumba podría explicarse cumpliendo toda la casuística que la validaría como componente apropiado de un ajuar. Así, podría haber formado parte del implemento de un guerrero, apropiado con los arreos de gala que le compitiesen si fue un jinete. Al mismo tiempo podría haber pertenecido a un 39 Por ejemplo, en las cerámicas orientalizantes de Cerro Alcalá, las dos ánforas pintadas que conocemos del yacimiento acompañan las procesiones pintadas de cuadrúpedos alados con pequeños círculos, o pseudocírculos, que rodean las representaciones zoomorfas [PACHÓN ROMERO, J.A., ANÍBAL GONZÁLEZ, C. y CARRASCO RUS, J., «Las cerámicas orientalizantes de Cerro Alcalá (Torres, Jaén) en su contexto», Las cerámicas policromas orientalizantes y del Bronce Final desde la perspectiva granadina. Monográfica. Biblioteca de Humanidades / Arte y Arqueología, 62, Granada, 2005, págs. 127-154, gráf. 16-17, lám. 7; ÍDEM, «El conjunto orientalizante de Cerro Alcalá (Torres, Jaén). Cuestiones de cronología, contexto e interpretación», Archivo de Prehistoria Levantina, XXVII, 2008, figs. 4-7; PACHÓN ROMERO, J.A., CARRASCO RUS, J. y ANÍBAL GONZÁLEZ, C., «Producción anfórica andaluza y decoración figurativa orientalizante. Análisis interno y proyección iconográfica: el paradigma de Cerro Alcalá», Antiqvitas, XXI, 2009, figs. 4, 9 y 14]. 40 JIMÉNEZ ÁVILA, J., La toréutica orientalizante en la Península ibérica. Bibliotheca Archæologica Hispana, 16, Real Academia de la Historia, Madrid, 2002. 41 DE LA BANDERA ROMERO, M.ª L., «Brazaletes peninsulares orientalizantes e ibéricos en metales nobles», Habis, 15, 1984, págs. 365-418, fig. 3,i y 4,42. Este trabajo resume un capítulo de la obra ÍDEM, La Joyería Orientalizante e Ibérica. Mitad Sur Peninsular, Tesis doctoral, microfichada, Sevilla, 1987, de la que también se publicó un resumen en la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1984-85. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 38 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ depósito votivo relacionado con el culto a los dioses ecuestres que sabemos constituyeron parte del ideario mítico de los iberos 42 y que, finalmente pasó a integrarse en el ajuar del devoto difunto, tanto si fue un guerrero como si no. Por último, cabe preguntarse el por qué de este hallazgo en Las Agujetas, donde hasta ahora no se conocía ninguna otra recuperación de esta especie y, además, que se trate de un espécimen metálico tan destacado por su elaboración y decoración. Sin tener que descartar las hipótesis planteadas hasta ahora, puede ofrecerse otra más relacionada con el culto ibérico al caballo, de cuya importancia no vamos a tratar en extenso aquí 43, pero del que también existen algunas referencias arqueológicas en los alrededores del yacimiento. Efectivamente, muy cerca del Cerro de los Infantes se ha venido recuperando un grupo importante de placas de piedra sobre las que se grabaron relieves variados de figuras de caballo 44, hallazgo que se ha querido relacionar con la existencia de un santuario (Fig. 12), pero que también se localiza en un espacio necropolar de la ciudad 45, por lo que su relación con las prácticas funerarias 46 debe estar probada como pudo ocurrir con el santuario del Cigarralejo 47. Aunque estos relieves granadinos podrían ocupar un espectro temporal mucho más moderno, porque algunos de ellos se acompañaron de inscripciones latinas 48, es indudable que su presencia hasta tiempos ibero-romanos o posteriores hablan del mantenimiento de una tradición que debe hundir sus raíces en momentos claramente prerromanos. Se materializaría así una cos- 42 QUESADA S ANZ, F. y GABALDÓN MARTÍNEZ, M.ª M., «¿Hipolatría, epifanía, protección de un bien valioso? En torno al papel ‘religioso’ de los équidos en la Protohistoria peninsular», De dioses y bestias. Animales y religión en el mundo antiguo, Spal Monografías, XI, Sevilla, 2008, págs. 143162. 43 QUESADA SANZ, F. y ZAMORA MERCHÁN, M., El caballo en la antigua Iberia. Estudios sobre los équidos en la Edad del Hierro, Bibliotheca Archæologica Hispana, 19, Real Academia de la Historia, Madrid, 2003. En especial, merece consultarse en esta obra a QUESADA SANZ, F., «El caballo en la antigua Iberia», págs. 9-19. 44 RODRÍGUEZ OLIVA, P., PEREGRÍN PARDO, F. y ANDERICA FRÍAS, J. R., «Exvotos con relieves de équidos de la Vega granadina», XVI Congreso Nacional de Arqueología, (Murcia-Cartagena, 1982), Zaragoza, 1983, págs. 751-768. 45 PACHÓN ROMERO , J.A. y CARRASCO RUS, J., art. cit., nota 5 (2005), fig. 2: 5. 46 ADROHER AROUX, A. et alii., op. cit., nota 9, págs. 80-81. 47 Entre otras aportaciones, C UADRADO D ÍAZ , E., «Exvotos equinos del santuario ibérico de El Cigarralejo (Murcia)», I Congresso Internazionale di Preistoria y Protostoria Mediterránea (Roma, 1951), Florencia, 1952, págs. 454-460; ÍDEM, «El conjunto arqueológico del Cigarralejo (Mula, Murcia)», Archivo Español de Arqueología, XXV, 1952, págs. 124-128; IBÍDEM, «La diosa ibérica de los caballos», IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (Madrid, 1954), Zaragoza, 1956, págs. 797-810. 48 RODRÍGUEZ OLIVA, P. E. et alii., art. cit., nota 41, lám. VII:1. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 39 tumbre, tan arraigada, que justificaría comportamientos como los que explicarían la existencia de la espuela de Agujetas, posiblemente en una tumba. La rotura que hoy presenta el verdugo debió producirse tras la ruina de la sepultura, presumiblemente por las labores agrícolas intensivas, propias de los cultivos de olivos que hoy dominan la zona necropolar del yacimiento. Figura 1. Vista general del Cerro de las Agujetas desde el sur. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 40 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ Figura 2. Situación planimétrica de Las Agujetas (abajo) y relación con Los Infantes (arriba). Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 41 Figura 3. Las Agujetas: cerámicas a mano [1-2 y 3 (?)], junto a ánfora fenicia o asociada (4) y pithos policromo (5). Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 42 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ Figura 4. Las Agujetas: cerámicas grises a torno preibéricas. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 43 Figura 5. Las Agujetas. Fíbula de tipo Alcores, sin escala. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 44 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ Figura 6. Agujetas: fragmento de kylix ática de figuras rojas, reconstruida idealmente a partir de un fragmento del borde (centro) y de un original del Cigarralejo. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 45 Figura 7. Las Agujetas: cuencos pintados ibéricos (1-2) y glande de plomo. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 46 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ Figura 8. Las Agujetas: dibujos (1-3) y fotografías (4-6) de la espuela ibérica.Vistas superior (1), lateral izquierda (2 y 6), perpendicular (3-4) y lateral derecha (5). Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 LAS ESPUELAS DE JINETES IBÉRICAS EN ANDALUCÍA ORIENTAL 47 Figura 9. Hallazgos andaluces de espuelas prerromanas, a partir de los datos de F. Quesada y el añadido de Las Agujetas. Figura 10. Reparto provincial de las espuelas ibéricas andaluzas, en números absolutos y relativos. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48 48 JUAN A. PACHÓN ROMERO, JAVIER L. CARRASCO RUS, JESÚS GÁMIZ JIMÉNEZ Figura 11. Espuelas rígidas de bronce de El Cigarralejo que no han conservado el espolón. Tumbas 200 (izquierda) y 206 (derecha). A partir de los originales de E. Cuadrado (1987). Figura 12. Relieves hípicos pétreos del posible santuario de Cerro de los Infantes, Pinos Puente, conservados en el Museo Arqueológico Provincial de Granada. Sin escala. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 21, 2008, 21-48